Capítulo 22-El león dorado.

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Antohan se veía metido en una situación muy complicada debía decidir ya mismo, Matilda estaba en peligro su vida podría terminar ahora, si esa bestia la asesinaba el reino ya no podría ser libre de los poderes y hechizos de la bruja, ella es la heredera al trono;en ésta historia todos son como las piezas del ajedrez, cada uno cumple un papel muy importante, si uno de ellos muere este juego lo ganaría la hechicera.

-¡no...!- gritó Antohan lanzándose sobre la criatura clavando la espada de doble filo sobre ella, condenándolo al bien.
Si alguien es atravesado por ha espada de doble filo se transformará en una criatura de cristal, de oro, de fuego, de agua o en otros casos, en especies de la realeza, es decir, especies del bien.

Sacó la espada de su cuerpo haciendo un empujón fuerte.

La sangre de la bestia era de un color oscuro parecido al negro junto con el rojo, el olor era putrefacto e insoportable para mi sentido del olfato y me provocaba náuseas, miré su cara, la bestia tenía una expresión estampada en el rostro de dolor y agonía.

Soltó la espada con la que me apuntaba dejándola caer cerca de mí, la tomé con las manos y labios temblorosos y le corté la cabeza dejándolo completamente decapitado.

-¡todo se les hará peor cada día, estás maldecida por mí, no podrás volver aquí nunca más!- dijo la cabeza que estaba posada en el suelo. Sus ojos estaban rojos y luego se tornaron blancos completamente.

Me asusté.

Antohan hizo unos movimientos con sus manos provocando una nube oscura sobre la bestia. El cuerpo de ésta se elevó en el aire rodeado por la nube. Gritaba agonizante.

Sus rugidos y gemidos provocaban un dolor muy fuerte en mis tímpanos.

La nube lo soltó cuando Antohan bajó sus manos.

La criatura ya no era la misma, sus alas eran luminosas y de color dorado, al igual que su melena. Estaba aún en el piso, pero temblaba un poco, parecía que se intentaba parar.

-¿quién eres?- le interrogó Antojan.

-soy el León Dorado- contestó.

El León Dorado es una especie muy inusual en este reino, cuenta la leyenda que una princesa era acompañada por un león alado, que tenía el deber de protegerla y ayudarla, pero luego de que la princesa dio a luz a sus hijos el León Dorado fue encarcelado por una hechicera y desapareció.

-vengo a servir- completó arrodillado frente a mí.

Tomó su espada y ésta se transformó en una espada muy filosa de plata, con un mango enrollado en forma de espirales entretejidos los unos a los otros.

-Thildy, tu eres la princesa heredera de tu madre- Dijo Antohan.

-No... No lo sé-

-Disculpe que me meta Princesa, pero déjeme decirle que yo desde hoy en adelante la acompañaré en lo que usted desee, seré su amigo.... Bueno, si usted quiere- se levantó del piso.

Era enorme, podría decir que era el doble de mi estatura, se veía muy fornido y educado.

-Muy bien, ahora solo tenemos que seguir nuestro camino, no podemos esperar a que caiga la noche para poder empezar a caminar- me apresure en decir.

Emprendimos el viaje de regreso, pasamos por bosques que estaban hechizados por la Bruja pero no podíamos desencantarlos, eso lo dejaríamos para después por ahora el plan es terminar con la hechicera.

En un abrir y cerrar de ojos ya se estaba ocultando la lumbrera Mayor, los arboles dormían bajo la luz de la Luna (lumbrera menor) las bestias y animales reposaban; excepto las nocturnas. Por cierto, ya me duelen los pies.

-tanto caminar me está cansando- hice un gemido.

-mejor descansamos, pero antes tenemos que buscar un lugar donde pasar la oscuridad- habló el León dorado con Alas.

-Yo me encargo- Antohan movió sus manos y esta vez la noble no era negra, sino azul. Se podía ver como la nube se transformaba en una simple puerta azul.

-te voy a ayudar- dijo el León abriendo sus alas.

El viento de la vida nos ayudará para encontrar un lugar más cómodo- aleteó con fuerza. Sus alas son hermosas, ahora que lo pienso me gustaría tener alas.

El brillo mágico domina la oscuridad. -Entremos- ordenó Antohan.

Ahora no era una simple puerta, era una estructura completa, las paredes están hechas de troncos y ramas, el techo tenía la forma de una campana porque es una flor la que cubre las paredes.

Antohan y el León entraron juntos, yo me quedé un momento contemplando el lugar.

Una mariposa blanca se distingue entre tanta oscuridad volando cerca del lugar. La seguí con la vista y se esfumó entre los arboles que oyen y hablan, es mejor no hablar cerca de ellos pues son muy frágiles si se interrogan.

Entré al refugio y miré mi alrededor. Antohan dormía en una cama de plumas y algodón no tenía armadura; nunca lo había visto sin ella, pero lo hice... Su cuerpo luce como otra armadura, su piel morena le da un brillo bronceado.

Me puse nerviosa lo toqué con mis manos que tiemblan y mordisqueo mi labio inferior. La sensación no tiene explicación.

-Princesa- me Asusté al escuchar esa voz. Era el León dorado.

Di un suspiro de alivio.

-ven, duerme sobre mi melena- se acostó. Quería seguir tocando a Antohan.

Me levanté y obedecí su orden, me acosté y él me cubrió con sus alas, era muy suave casi tanto como un peluche de felpa.

Cerré mis ojos y dormí.

La Princesa de Phantacea©  #Epicawards2017 (actualizada a diario)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora