Kazuya Sakai, un geometrista de muchos mundos

El artista de esta ocasión fue todo un embajador de la cultura. Kazuya Sakai (1927-2001), nació en Buenos Aires, Argentina, en el seno de una familia inmigrante japonesa. En 1938, sus padres deciden enviarlo a él y a sus dos hermanos al país del sol naciente para que puedan recibir una educación formal dentro de la cultura de sus ancestros. Sakai estudiaría incluso en la Universidad de Waseda, licenciándose en Filosofía y Letras. 

En 1951 regresó a Argentina como agregado cultural de la Embajada de Japón. En este periodo se dedicó a la difusión de la cultura japonesa desarrollando un programa de difusión de la cultura y literatura japonesas, y apoyando la creación del Instituto de Intercambio Cultural Argentino Japonés, del Centro de Estudios del Lejano Oriente y del Instituto de Cultura Argentino Japonés. Trabajó de igual manera como docente, como interlocutor en diversas conferencias de Jorge Luis Borges, José Edmundo Clemente, Vicente Fatone y Julio Payró –entre otras figuras culturales argentinas de la época– y tradujo varios libros como Kappa y Rashōmon de Ryunosuke Akutagawa.

De manera paralela inicia su carrera dentro del arte. Como curador y promotor fundó en 1955 la Asociación Arte Nuevo, que agrupaba a artistas concretos independientes y abstractos libres. Como pintor expone individualmente por primera vez en la Galería La Cueva en Buenos Aires, para que, años más tarde, se integró al grupo “Siete pintores abstractos”, junto a Orsvaldo Borda, Víctor Chab, Romulo Macció, Josefinsa Miguens, Martha Peluffo y Clorindo Testa. La formación de Sakai en la pintura fue autodidacta. Sus primeras obras incorporan signos caligráficos, relacionados con la formación que recibiera en Japón y que lo adscriben al movimiento informalista.

En 1962, Sakai se mudó a Nueva York. Esta breve estancia marcaría un cambio en su producción, primero, debido a su contacto con el pop art y la abstracción postpictórica, y segundo, por el jazz y la música contemporánea que se convertirían en sus acompañantes perennes. La música siempre sería uno de sus temas principales: al igual que el jazz, sus pinturas se caracterizan por la utilización de colores planos y vibrantes, combinados con una precisión notable, y trazando líneas paralelas, como si fueran pentagramas eternos que con frecuencia son interrumpidos por giros circulares que modifican su trayectoria que simbolizan la improvisación tanto musical como del espíritu.

En 1966, llegó a México contratado como profesor por El Colegio de México. Asimismo, incursionó también dentro de las letras, principalmente traduciendo obras del japonés al español, creó la colección Asoka de la Editorial Mundo Nuevo, especializada en obras de Tíbet, India, China y Japón. Durante su estancia en México fue parte del equipo fundador de la revista Plural, perteneciente al periódico Excélsior. Tras el golpe que dio el presidente Luis Echeverría al periódico, Octavio Paz crea Vuelta, un nuevo proyecto editorial donde Sakai fue parte del equipo fundador junto a otros reconocidos escritores. Dentro del Instituto Nacional de Bellas Artes, fungió como programador y conductor de programas de radio especializados en jazz,  diseñador de escenografías, vestuarios y portadas de discos, y curador y crítico de arte.  

En cuanto a su arte, se vinculó con la Generación de la Ruptura. Este grupo espontáneo fue creado por artistas mexicanos y extranjeros radicados en México que comenzaron a reaccionar contra los gastados valores de la Escuela Mexicana de Pintura, la cual aglutinaba a los muralistas mexicanos David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y Clemente Orozco, y cuya temática nacionalista, izquierdista y revolucionaria había sido la corriente artística hegemónica la revolución mexicana en 1910. Sakai comenzó en esta etapa su producción geometrista, estilo del que se considera precursor en México. El geometrismo busca establecer una nueva relación con el espectador a través del interés centrado en el fenómeno de la percepción. Es hacia 1973, que Kazuya Sakai toma la obra del maestro japonés Ogata Kōrin (1658-1716), y a partir de su estudio e interpretación comienzan a aparecer en su pintura las características bandas paralelas y ondulantes que transitan sobre grandes planos de color, saturados y brillantes.

En 1988 se va a Estados Unidos, donde fallecería en el 2001 en la ciudad de Dallas, Texas. En sus últimos años reforzaría su estilo creando espacios capitales al dominio de la abstracción. Sus obras muestran un rechazo a la figuración en un momento de autofundación: la ruptura de la tradición que nace de su propia memoria, juntando sus inicios de caligrafía, postales mentales de sus días en Japón, y siempre, el ritmo inerte de la música.

Publicado por Miss Chalak

Curiosa empedernida y adicta a la hipervinculación. Descubrió que es amante de la semiótica y los idiomas cuando estudiaba una maestría en Historia del pensamiento. No entiende por qué decidió describirse en tercera persona.

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